Nuestra tierra está formada por gravas, arena, limos y arcilla, en la composición de la tierra siempre buscaremos:
- La máxima cohesión y mínima retracción/expansión.
- Una granulometría continua.
- La máxima densidad.
Todos los componentes tienen una importancia decisiva en la configuración de la tierra como material de construcción, sin embargo es la arcilla, por sus cualidades de plasticidad y cohesión, la que actúa como conglomerante del conjunto.
La tierra absorbe el agua, las arcillas empiezan a hincharse, es un proceso lento que necesita su tiempo, por eso, es mejor preparar la tierra días antes de su utilización, cuando la tierra se seca, las arcillas disminuyen de volumen atrayendo hacia ellos los otros componentes que se encuentran en estado seco y ligados
Iremos mezclando la tierra hasta conseguir homogeneizarla por completo, controlando en todo momento el grado de humedad óptima, que en nuestro caso es alrededor del 8%.
Podemos realizar ensayos de campo para testar el estado de la tierra, controlarla a través del tacto y la observación visual, el del olor, el del lavado de las manos; así como también se pueden efectuar el de la sedimentación simplificada, el del cordón o el de la resistencia en seco, entre otros.
Para saber la cantidad óptima de agua podemos hacer la prueba de la caída de la bola: se toma un puñado de tierra, se aprieta en la mano y se deja caer desde una altura aproximada de 1 metro. Si este al ser apretado en la mano no se adhiere a esta, conserva su forma y al caer se parte en pedazos, la cantidad de agua es la correcta. Si al apretar el pedazo de tierra se pega de la mano y la mancha, y al caer no se rompe es porque la tierra esta muy mojada, pero si al apretarlo en la mano este no mantiene la forma y se pulveriza, la tierra está muy seca.